¿Cómo comienza el problema? ¿Por qué se da? El miedo a volar puede tener orígenes diversos. Hay personas que, por diferentes motivos, están más predispuestas a desarrollar una fobia.
En la aerofobia, la predisposición puede estar relacionada con: Temperamento: ser una persona muy nerviosa o muy sensible a los problemas. Situación traumática – aprendizaje: la relación que establece la mente entre una experiencia negativa y el hecho de volar. Por ejemplo, haber tenido un vuelo con turbulencias, haber visto una película sobre accidente aéreo, que sea la primera vez que se va a volar, recibir una mala noticia justo al subir o bajar del avión…Todas éstas son vivencias que influyen en nuestro miedo a volar. Nuestras experiencias previas en relación a viajar en avión tienen mucha importancia. Se sabe que las fobias se aprenden.
Cada persona tiene sus propios motivos incluso puede suceder que una persona tema a los aviones desde siempre sin saber por qué, o que nunca haya tenido miedo a volar y de repente aparece esta fobia.
Por otro lado, determinadas situaciones intensas, tales como tensiones vividas por causas laborales o familiares pueden ayudar a desencadenar el miedo a volar. Es decir, estar atravesando una situación prolongada de alto nivel de estrés puede desencadenar esta fobia. Luego de largos períodos positivos o negativos de estrés, la mente y el cuerpo quedan más vulnerables y a veces se suele trasladar la ansiedad a la situación de vuelo y desarrollar así una aerofobia.
Además, sentir que no se tiene ningún control sobre la situación y que nuestra vida está en manos de un tercero -piloto- puede resultar muy difícil para algunas personas.
No hay un perfil determinado de personas que tengan un mayor riesgo de padecer esta dificultad. No obstante, sabemos que afecta un poco más a mujeres que a hombres, y que las personas más nerviosas o que se preocupan por las cosas más de lo habitual tienen más facilidad para desarrollarla.
El perfil más frecuente de las personas que suelen presentar esta fobia es: alto CI, personas creativas y responsables, socialmente activas, controladoras, con fuerte personalidad, con dificultades para delegar responsabilidades en otras personas, cultas e instruidas, con madera de líderes.
Independientemente de cuál sea el origen de nuestro miedo, la consecuencia es siempre la misma: el hecho de volar se asocia a malestar o sufrimiento.
En resumen, nuestro temperamento, nuestra forma de ser, nuestras experiencias y nuestros aprendizajes son los aspectos más importantes para explicar por qué aparece una fobia. Saber que el origen del miedo a volar está en nuestra forma de ser y en nuestras experiencias vividas nos ayuda a explicar cómo y por qué se realiza una asociación entre el hecho de viajar en avión y la aparición del miedo. Esta información nos servirá, además, para solucionar el problema.
Recuerda: “Miedo evitado, miedo incrementado”.
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