¿Qué es la fobia a volar?
Una fobia es un trastorno emocional. En la fobia, el miedo es intenso y persistente.
El miedo a volar es un problema mucho más habitual de lo que pensamos. Todos podemos tener miedo o fobia a volar en algún momento de nuestra vida.
Afecta a entre un 10 y un 13% de la población adulta.
El miedo a volar NO es un miedo objetivo, es un miedo irracional. La persona que lo padece sabe que no tendría por qué tener miedo a esa situación, pero incluso así siente un tremendo malestar. Este malestar no sólo aparece cuando se vuela, sino que también se da en presencia de situaciones, objetos, o pensamientos relacionados con el hecho de viajar en avión.
¿Cómo funciona el miedo?
Cuando debemos hacer frente a una situación que interpretamos como peligrosa, se producen en nuestro cuerpo una serie de cambios físicos.
El cerebro envía una señal al hipotálamo y el cuerpo se prepara para la acción. Esta reacción ante el peligro es una respuesta normal del cuerpo al sentirse amenazado.
Los especialistas han denominado a esta respuesta como ¨fight or flight», lucha o huida. Utilizan esta expresión para describir aquellos cambios fisiológicos que tienen lugar en el cuerpo ante una situación que produce miedo.
Aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión sanguínea.
Sudoración, especialmente en las manos.
Aumento del ritmo respiratorio, taquicardia.
Segregación de ácidos estomacales que pueden provocar dolor de estómago y/o diarrea.
Relajación de la vejiga.
Dilatación de las pupilas y pérdida de visión periférica.
Inhibición de la glándula lagrimal y de la salivación.
Agudeza auditiva.
Se reduce la capacidad de análisis y de pensar conscientemente.
Temblor, hiperventilación, ahogos, mareos…
¿Cómo lo sentimos?
De manera simplificada se puede decir que las personas sentimos miedo de tres formas diferentes, a través del triple canal de respuesta.
Subjetivo-cognitivo: hace referencia a pensamientos e imágenes de carácter subjetivo caracterizados por experiencias de miedo, alarma, inquietud, preocupaciones, etc. Nos quedamos con los pensamientos negativos (“vamos a tener un accidente”)
Fisiológico-somático: se caracteriza por sensaciones físicas de malestar asociadas a volar. Se manifiesta mediante temblores, sudoración, dolor de cabeza, incremento de la tensión muscular, taquicardia, etc. Es cómo sentimos en nuestro cuerpo las emociones.
Motor-conductual: éste es el canal del comportamiento. Se suele manifestar a través de la angustia, el llanto, estar de mal humor o, simplemente, la conducta manifiesta escape y evitación.
Las emociones, por lo tanto, suponen una combinación de reacciones cognitivas, fisiológicas y motoras que interrelacionan entre sí. Estos tres canales se perciben simultáneamente, como si estuviésemos viendo un partido de tenis, un telediario y una serie al mismo tiempo, y por eso nos resulta muy difícil entender qué es lo que nos está sucediendo.
Si en lugar de enfrentar el miedo e intentar buscar una solución se opta por huir o evitarlo, lo único que se logra es agravar el problema y provocar que el miedo cada vez afecte a más áreas de la vida.
El primer paso para superarlo es ser conscientes de ello y, a partir de allí, implementar diferentes estrategias para enfrentarse a esta conducta inadecuada que tantos inconvenientes acarrea.
«El miedo que tienes te hace, Sancho, que ni veas ni oigas a derechas; porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos.» El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes.
Te recomiendo que mires este vídeo sobre el miedo a volar que espero que te sea de gran utilidad:
Si te ha gustado el artículo, te animo a que me dejes un comentario contándome tu experiencia.
Comentarios